¿Cuánto falta para que Nicolás Maduro abandone el Palacio Miraflores?

El dictador está atornillado aún a pesar de que Venezuela está en el límite, en lo más profundo de una crisis. A cada hora mueren niños y adultos en los hospitales por falta de medicamentos y porque no hay servicio de energía. El hambre debilita al pueblo y sin embargo el tirano continúa ensimismado en una trillada revolución.

Por: Leo Medina Jiménez

Editor General EL HOME NOTICIAS

Domingo, 10 de marzo del 2019

Esa es la pregunta que todos nos hacemos ¿Cuánto resistirá el tirano? Porque con lo que ha sucedido cualquier otro presidente se hubiese desplomado desde lo alto de su butaca.

No hay energía para encender las neveras que refrigeren los pocos alimentos, los teteros de los más pequeños. Los medicamentos y la comida están cada día más difícil de obtener, es que no hay. Venezuela está en el límite,  arrinconada por el aislamiento internacional y con Estados Unidos cerrando cada vez más el círculo.

A esto se le suma la oscuridad a la que ha sido sometido el territorio, la mayoría de los estados están en tinieblas. El apagón empezó desde el pasado jueves por fallas técnicas, dicen expertos que hubo falta de mantenimiento de la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar ubicada en el embalse Guri, desde donde se genera la energía que consume buena parte del país.

Los venezolanos dicen, en un tono de aguante, «que no haya luz –yendo a los extremos– pero que no falte la comida y las medicinas para que los enfermos no mueran”.

El pueblo padece de desnutrición y lo que más empeora las cosas es que habiendo hambre Nicolás Maduro bloquea la entrada de toneladas de ayudas humanitarias, para calmar esa necesidad básica. Pero no lo hace, ni lo va a hacer,  porque él solo está gobernado para la minoría, para aquellos que están de lado del oficialismo.

Es por esto, que Maduro ni se palidece viendo el éxodo de venezolanos, largas e interminables filas de aquellos que dejan a sus familiares, a sus seres queridos, para evitar los estragos del hambre. Es por esta razón que salen a conseguir por fuera lo que ya no hay en su país. Entre menos venezolanos se queden en el territorio más fácil le será al dictador distribuir los limitados recursos que obtenga, solo entre aquellos que guardan silencio a sus arbitrariedades.

Se puede decir que Maduro no ha gobernado, que no ha sabido lo que es tener las riendas entre sus manos desde que asumió el poder en el 2013, teniendo los elementos de una nación rica. Creyó que era tan fácil como manejar un bus, como en sus tiempos de chofer. Prueba de su impericia es que lleva más de 72 horas sin darle una salida al apagón.

Es esta, no hay otra excusa,  la principal razón por la que el país ha estado a la deriva y en la medida en que pasen los días se verán los nefastos resultados de esa falta de gobernabilidad.

Los instruidos dicen “que a grandes problemas gigantes soluciones”. Con tanta sabiduría también lo expresó el Maestro de Galilea: “Si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que uno de tus miembros se pierda, y no que todo tu cuerpo se vaya al infierno”.

Maduro, a sus 56 años, ni uno más en el poder, debe salir, dejar atrás el desastroso momento  que labró con su incapacidad intelectual y humana, porque no decirlo, por su autoritarismo.

No creo que exista alguien más terco que no sea capaz de ver lo que está ante sus ojos: una nación que se desmorona como pandero.

Este malcriado ser humano está empleando la más pavorosa estrategia para mantenerse en el poder, la de llevar al pueblo al mínimo: débil, hambriento y enfermo,  para  someterlo. Es por este sórdido motivo por el que no deja que entre el alimento, la comida con la que sabe que retomarán fuerzas para seguir creciendo en su contra.

La otra es que su pedantería no lo deja reconocer ante la comunidad mundial que existe una crisis, que Venezuela está mal, que fue incapaz de gobernar y que sus desacertadas decisiones están llevando a la ‘erupción de un volcán’, que empezó a hacer ruido.

Pero valdría la pena entender que lo mantiene pegado. El pueblo le dio la espalda,  pero sí cuenta con el respaldo mezquino de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y del oficialismo.    Son estos frentes los que manejan buena parte de la economía del país entre estos la grande generadora de recursos, la estatal petrolera PDVSA, de dónde salen los subsidios para sostener a los asesinos grupos armados callejeros y a las personas que se meten en las camisetas del chavismo.

A esto se le suma el apoyo de la asamblea Constituyente que está integrada por miembros de ese oficialismo que ejerce un poder pleno y que ajusta las leyes a gusto y ganas del escuálido dictador.

Pero, para finalizar podríamos decir, que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Lo otro cierto es que Maduro cada día está más solo, más débil.

Quiero que opines. Déjanos tu comentario al pie de esta nota ¿Cuánto le queda a Nicolás Maduro?

Leo Medina Jiménez

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