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‘Colombia no está preparada para un gobierno de izquierda. Gustavo Petro es un vendedor, con un buen discurso’

Olga Cecilia Vega.

Olga Cecilia Vega, periodista colombiana revela cómo fue su relación con jefes de las Farc, que es madre de un hijo de Iván Ríos.

‘Colombia no está preparada para un gobierno de izquierda. Gustavo Petro es un vendedor, con un buen discurso’

 

 

 

Según la periodista Olga Cecilia Vega el exjefe guerrillero Raúl Reyes le advirtió, antes de morir, que las Farc nunca se desmovilizaría, “para no cometer el mismo error del M19”. Habla también de Piedad Córdoba y de la relación de la exsenadora con Reyes.

 

 

 

Política

En entrevista exclusiva con El Home Noticias la escritora y periodista colombiana, Olga Cecilia Vega –exiliada en Argentina–, habla de su nuevo libro ‘Pluma bajo fuego’ y de la realidad del país, de cara a la segunda vuelta de la elección presidencial.

Asegura que fue la primera periodista de este país, cuando trabajaba como reportera de RCN Radio, en visitar el campamento de Manuel Marulanda Vélez. Habla de la exsenadora Piedad Córdoba, quien –según– siguió el camino que ella  había despejado para la liberación de los secuestrados.

Olga Vega, le dijo a este medio, que el país no está preparado para un gobierno de izquierda, que en Colombia no se puede hablar de paz mientras grupos, como las llamadas disidencias de las Farc, continúen delinquiendo y traficando don drogas.

Aquí está este exclusivo diálogo:

Usted conoció muchos secretos de las Farc. ¿Qué se hablaba del gobierno de Álvaro Uribe en aquellos años difíciles para el país?

Fue en ese gobierno en donde los arrinconaron. Siempre se reconoció que Uribe los puso contra la pared. Y no podemos desconocer el trabajo de Juan Manuel Santos como ministro de Defensa. En esos días dieron de baja a Alfonso Cano, y a otros notables cabecillas de las Farc. Pero ojo, quiero dejar claro que no soy partidaria de ningún presidente.

¿Cómo ve hoy desde su exilio la lucha por la Casa de Nariño entre Gustavo Petro e Iván Duque?

Colombia no está preparada para un gobierno de izquierda. Los colombianos no tenemos el mejor referente de países que se han visto en la miseria total, caso de Cuba y el vecino país Venezuela que vive una grave crisis financiera. La izquierda no es la mejor opción para Colombia. Le digo algo, Petro no me gusta, porque no tengo buena referencia de él como alcalde de Bogotá. Si no cumplió en la alcaldía, cómo le va a cumplir a todo un país. Él lo que tiene es un buen discurso, de un buen vendedor. Sin que tenga que compararlos, porque entre ambos existe una gran diferencia, pero puedo decir que Petro es un fenómeno que no se veía desde Gaitán, mucha gente le cree su discurso. Mira, tú puedes tener un buen discurso político, pero tus hechos no pueden decir otra cosa. En cuanto a Iván Duque puedo decir que es un hombre joven, renovador, que ha trabajado desde el Senado de la República, con una hoja de vida intachable.

Cambiemos un poco de tema. ¿Cómo obtuvo contacto directo con los máximos jefes de las Farc?

Mi objetivo fue del todo periodístico y para ello tenía que ganarme la confianza del Estado Mayor, el de llegar hasta su cabeza, ‘Tirofijo’ o Manuel Marulanda Vélez. Para eso tenía que romper un cerco casi imposible de pasar, casi infranqueable. Es entonces que con mí humildad, con mi trato amable logro ese acercamiento. Sabía que si no creaba mis propias medidas de autoprotección, me podían matar.

Aún a sabiendas del peligro que corría, de que pudo perder la vida, lo hizo…

Correcto. Fui una mujer muy perseguida en Colombia por esta labor. Perseguida por los organismos del Estado, perseguida por paramilitares, incluso, por la misma guerrilla, eso suena paradójico. Y después estuve monitoreada por los organismos de inteligencia de Estados Unidos, como la CIA y el FBI. Ellos decían: “¿Pero cómo así. Esta mujer cómo logra entrar y salir tan tranquilamente?”.

Algunos periodistas que cubrían el proceso de paz en San Vicente del Caguán (Caquetá) me empezaron a señalar como la amante de sus altos mandos, porque iba directamente a mi objetivo, entrevistaba y salía con total facilidad y con ello chiveaba a los otros medios de comunicación.

Entonces brotó el machismo de mis colegas, decían: ‘Bajito tiene intimidad con ellos, en especial con Raúl Reyes’. Me señalaban de ser amante de Reyes.  Siempre digo una cosa, que una mujer que tenga intimidad con sus fuentes de información nunca va a lograr nada. Conseguía eso por lo otro: el respeto que yo inspiraba, mi seriedad, mi verticalidad, mi objetividad en el trabajo; por eso logré llegar hasta donde ellos, lo que otros nunca pudieron hacer.

¿Es esa experiencia, con un actor del conflicto en frente, el que le convierte en una corresponsal de guerra?

Claro que sí. Es que después de entrar a los campamentos de las Farc, hostigados por las Fuerzas Militares, me fui formando hasta de cómo tenía que defenderme. Nunca necesité que nadie me acompañara o me cuidara. Empecé a aprender sobre cómo protegerme en campo abierto, en campo cerrado, a conocer todo sobre armas, y ahí con ese trasegar de la vida es que me formé como corresponsal de guerra, así inicié.

Luego, por mi trabajo no solamente de periodista sino ayudando a mediar para que aquellas personas que se encontraban privadas de la libertad, secuestradas en poder de las Farc, pudieran salir libres. Empiezo a mediar. Entonces qué hacía, cuando salía de RCN los organismos de inteligencia me seguían, sabían que había salido, me seguían. Entraba a un determinado punto, a una determinada población, pero nuevamente me escuchaban a las 5 de la mañana al aire en RCN. Decían, pero sí la seguimos y cómo se nos desapareció y de donde vuelve ésta mujer a aparecer. Mi retorno lo hacía siempre por los basurales,  me metía por los basureros a la media noche  y salía hasta la carretera. Esperaba cualquier bus que me llevara hasta la ciudad de Neiva y allí volvía con mi material. Y de nuevo salía  al aire a las 5 la mañana con los avances informativos, con los titulares. Dejaba locos a los organismos de inteligencia.

Una de las cosas que se escuchó decir es que usted tenía un hijo del jefe guerrillero, ya muerto, Iván Ríos. ¿Es esto cierto?

Sí, yo tuve un hijo con Manuel de Jesús Muñoz. Fue mi primer amor. Cuando conocí a Manuel era un universitario, un estudiante de la Universidad de Antioquía, luego se fue a vivir a Bogotá, por un tiempo. Andaba por todos lados, era muy misterioso, pero le repito fue mi primer amor. Era una niña, eso fue cuando tenía 16 años. Cuando él no era guerrillero.

¿Es por eso que usted establece esa diferencia de que su hijo es de Manuel de Jesús Muñoz?

Mire, que cuando regresé a Cali,  Manuel va y me visita, dura un par de días en esa ciudad y es cuando tengo relación íntima con él y quedo embarazada. Es el padre de mi hijo mayor.

¿Cuántos hijos?

Tengo dos hijos, tuve tres pero se murió el menor.

¿Iván Ríos correspondió por su hijo?

Él supo de mí hijo, sobre todo que lo estaba sacando sola adelante. Lo único que recibí de él, recuerdo,  fue una llamada para decirme que no podía coresponder, porque –para él–  aún era un universitario, que no tenía con qué ofrecerme nada.

¿Desde entonces no lo volvió a ver?

Sí señor, fue algo de novela. Estaba en San Vicente del Caguán, cuando recién empezaba aquel fallido proceso de paz con el presidente Pastrana.    En esa ocasión el cura Camilo, que hacía de jefe de prensa de las Farc, me invita para ir a los campamentos. Ningún medio de comunicación había publicado nada sobre esos lugares. Me llevé a mi compañero de trabajo, German Barrera Castañeda. Nos fuimos por la gran exclusiva periodística. Camilo nos dijo al llegar que nos íbamos a entrevistar con el comandante Iván Ríos. Cuando me lo presentan y me dicen: mire este es el comandante. ¡Caray! Quedé muda. Me extiende su mano, me la aprieta. Con sus ojos me hacía gestos de que me tranquilizara. Pues claro habían pasado muchos años sin verlo, sin saber de él y encontrarlo así, convertido en un comandante guerrillero fue algo para morirse.

¿Eso lo cuenta en su libro ‘Pluma bajo fuego’?

Sí señor, es mí autobiografía y no puedo ocultar lo que ha sido mi vida. Creo que es el momento de contar todo, porque me señalaron con muchas mentiras por las que fui perseguida y exiliada de mí país.

¿Cuándo abandona a Colombia, su exilio?

Eso fue en 2005, que es cuando empiezo a mediar en nombre del gobierno de los Estados Unidos, con el FBI y la CIA, para buscar la liberación de los tres norteamericanos que estaban en poder de las Farc. Fue por esos días cuando publico en El Nuevo Herald de Miami unas fotos de  Raúl Reyes celebrando su cumpleaños número 55 con bombas, una torta y champaña. Fui hasta Ecuador en donde él estaba y lo entrevisté. Por esos días el presidente Álvaro Uribe Vélez anunció que le habían dado de baja, pero  con las fotos en el Herald desvirtué su versión. Con eso, pienso,  me llevé la soga al cuello, eso me dijeron muchos. Me repetían que había ridiculizado al presidente.

Raul Reyes, exjefe guerrillero de las Farc. La polémica foto de su cumpleaños. Foto: Olga Vega.

¿Qué le dijo Raúl Reyes, que por qué mantenía secuestrados a los norteamericanos y a Ingrid Betancourt?

Que era para presionar al Gobierno, para un acuerdo humanitario de los secuestrados a cambio de guerrilleros presos en las cárceles colombianas. Además pedían que se desmilitarizaran los territorios de Pradera y Florida. Pero el presidente Uribe les contestó que no habría despeje. Sin embargo, Raúl presionaba e insistía en que no daba pruebas de vida hasta que no se diera un intercambio humanitario.

¿Pero otro medio dio a conocer en ese entonces unas pruebas de vida de los secuestrados?

Eso fue mucho después de mí escandalosa entrevista con Raúl Reyes en El Nuevo Herald, sucedió cuando (Jorge Enrique) Botero saca un vídeo de los secuestrados, porque tenía contacto directo con Jorge Briceño o Mono Jojoy. Después de eso viajo a Washington con el propósito de ir a entrevistar a  Simón Trinidad. Hasta ese momento nadie, diferente a su mamá, lo habían vuelto a ver, porque a ella le permitieron que lo viera por diez minutos antes de que se lo llevaran extraditado. De regreso de Estados Unidos le traje a los de las Farc todo el expediente de Trinidad y es cuando los de las Farc me dan a cambio una prueba de supervivencia de los norteamericanos.

¿Usted buscó algún provecho personal con la gestión humanitaria que hizo?

Lo he dicho siempre, se lo decía a ellos, que lo único que me interesaba era mi exclusiva periodística. Alguien me preguntó qué cuánto dinero iba a cobrar por la mediación e insistí que no quería dinero, lo único que quiero –les contesté con una fantasía–, que cuando terminara de contar esa historia pedía que me regalaran un caballo blancoNo quiero dinero, bastante les repetí.

¿Cómo así que un caballo blanco?

Siempre he querido un caballo blanco –risas–.

¿Pero nunca le dieron ese caballo?

No, todavía no tengo ese anhelado caballo. Me encantan, pero era como algo simbólico. Porque si pedía a cambio una recompensa se imagina el escándalo que eso generaría, y era, además, comprometerme con un gobierno. Algo que había de pensar bien, por supuesto, y que ponía en riesgo mí vida.

Pero la guerrilla también la tuvo retenida a usted ¿Por qué se da eso?

En ese tiempo, nunca olvidaré,  reventó la noticia de que mi hermano era un agente de la DEA. En la guerrilla nadie sabía que tenía un hermano y menos que trabajase con el gobierno norteamericano.    Es más, tampoco lo sabía, porque para mí su oficio era de fotógrafo de mujeres famosas.     Ese otro oficio lo mantuvo en secreto, ni su esposa lo sabía. Cuando revienta el escándalo alguien se lo contó a Raúl Reyes y es cuando da la orden de secuestrarme, de que fuese sometida a un consejo de guerra y que me fusilaran.

¿Cómo se salvó de esa sentencia tan grave?

Porque me fui hasta San Vicente del Caguán y allá lo encaré. Le pregunte de frente por qué me iba a matar. Eso le generó confianza y llegó a decir: ‘Esta mujer es pequeñita pero tiene más güevas que yo’.

Usted dice que fue la primera mediadora para que liberaran a los secuestrados, entonces ¿Cuál fue el papel de la exsenadora Piedad Córdoba en esa gestión?

Le cuento. Es que Piedad Córdoba para ese entonces no conocía a nadie de las Farc. Ella vino a conocer el campamento de Raúl Reyes el día que Jorge Botero la llevó allá y es cuando sacan a los medios el vídeo por el río San Miguel. Fue la única vez que ella conoció los campamentos de las Farc. Piedad Córdoba no conocía a Raúl Reyes. Eso también lo cuento en mi libro Pluma bajo fuego.

Redacción elhomenoticias.com
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