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A Marte: Columna de opinión del escritor y abogado Rodrigo Zalabata Vega.

Perseverance Mars Rover de la NASA

Imagen del robot explorador Perseverance Mars Rover de la NASA cuando realizó el amartizaje en el planeta rojo. (Foto cortesía: NASA - National Aeronautics and Space Administration).

A MARTE

OPINIÓN

Sábado, 27  de febrero del 2021

 

Rodrigo Zalabata Vega.

En el epicentro del ojo del huracán, en medio del tiempo aciago de la pandemia, la inteligencia humana nos alentó con dos grandes noticias contradictorias, en las que el mismo lenguaje no halla cómo decirse. Llegar a Marte en sendas naves no tripuladas, con el control remoto de las dos grandes potencias que conducen la tierra con una autosuficiencia global que es capaz de ignorar el calor del sol.

Como un triunfo de la humanidad anunciaron su arribo, aunque quienes llegaron no llegaron, si pensamos que el viaje al otro mundo no tenía su pasajero. Y si notamos más aún que las naves en que no llegaron llegaron al mismo destino con un destino diferente. Llegamos a Marte, dijeron las noticias con romanticismo científico, a hurtadillas el uno del otro en un lugar perdido en el universo infinito.

La humanidad llegó a Marte separada, como si se trataran de Caín y Abel, rumiando el resentimiento de sus padres por haber sido expulsados del paraíso terrenal. Y sin concebir unirse, dándose la espalda, anuncian con platillos voladores: ¡muy pronto llegará el hombre a Marte! ¿y la mujer? ¿Cuándo llegará el hombre a Marte con la mujer?

Se trató del arribo casi simultáneo a la esfera marciana de las naves:

Perseverance; cuyo nombre reafirma la quinta puesta en la superficie de Marte de una nave de la agencia espacial NASA, en la excitada carrera de los EE.UU. por alcanzar la conquista humana del planeta rojo.

Tianwen–1; que traduce el exordio poético “Preguntas al cielo”, evocación de un poema escrito por el poeta Qu Yuan (340 al 278 a. C.), uno de esos encuentros cercanos extraterrestres en que la ciencia ve los sueños en la realidad gracias a la poesía. La nave entró en órbita e intentará tocar el suelo de Marte en el mes de mayo, al mando de la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA).

Los efectos contrapuestos de estas dos noticias se reflejaron con imprecisión en el cubrimiento lejano que hacían los medios de comunicación, al reseñar “aterrizó en Marte la nave Perseverance”, cuando en realidad amartizaba, el verbo aplicable al llegar a ese planeta. Estos hechos generan un inusual uso del lenguaje, ya que la acción del verbo la puede realizar el sujeto sin llevarla a cabo como tal; amartizó la nave, pero dícese que llegó el hombre a ciencia cierta a Marte.

Pronto, en un vuelo rapaz el hombre posará su nave sobre un suelo de cuero con sangre caliente, como el águila que atenaza con sus garras la presa. Es la lucha de los imperios por la supremacía de la tierra. Quien lo logre alcanzará el futuro que los antiguos imaginaron en el pasado: conquistar al dios de la guerra; Marte de los romanos, Ares de los griegos; al que adoraban su fuente de toda virilidad; un triunfo pírrico, si lo encontraran muerto de tedio en un planeta sin vida.

Ser y estar de cuerpo presente en Marte, en lugar de su dios, significará el triunfo del lenguaje sobre la realidad, el verbo hecho hombre manifiesto en su espíritu contradictorio. Emprender la resurrección de un planeta muerto mientras se mata al único planeta con vida que se conoce hasta ahora en el universo. Gastar el dinero heredado de los padres en encontrar seres extraños, cuando millones de nuestros hermanos terrícolas mueren de hambre y enfermedad. Ir a respirar polvo de ladrillo sin nada construido, en una atmósfera casi sin oxígeno en un habitáculo sin agua, tomará una selfie sepia en la que se verá el vacío existencial de la humanidad. Mientras la tierra ha sido el lugar escogido por todos los dioses para servir sus manjares y celebrar sus carnavales, las imágenes anticipadas de Marte muestran un suelo yerto donde parece que hicieran siesta los muertos.

Al llegar no habrá que preocuparse por el pecado original, en un planeta donde no ocurre nada es probable que no exista siquiera la culpa, ni una sola manzana, mucho menos una Eva por la que valga la pena pecar, y si existiera entre tanta soledad quedará en vilo la prepotencia del hombre con un pene ingrávido.

Lo más preocupante de esta idiotez cósmica es que millones se han enlistado para el futuro cercano ir a poblar a Marte, con tal de fisgonear qué es lo sucede en un lugar donde nada sucede, para prohijar una humanidad inútil en un planeta inservible, cuando podríamos ponernos manos a la obra para recuperar la quimera del pasado que destruimos al iniciar la historia con Adán y Eva.

Presiento que al final de los tiempos la ciencia descubrirá que los poetas tenían la razón, que el centro del universo está en el corazón de cada ser humano, la misma inflexión verbal de llegar a Marte nos indica qué hacer, amartizarnos, si por más que hayamos pisado la luna, pronto a Marte y logremos nuevos récords en la carrera espacial, de nada sirve si no ponemos los pies sobre la tierra.

Columnista invitado por el HOME NOTICIAS

Rodrigo Zalabata Vega

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2 Comments

  1. Jesús dice:

    Vanidad de vanidades dijo Salomón ya con el pene domado por la gravedad que mantiene el orden divino de los planetas inertes, solo vivos en los versos de los poetas. Cómo siempre, muy ameno leerlo y para mí es el gran aporte de las letras: entretenimiento, que de pensar profundo se encarga la NASA y mire lo que logra!

  2. Nicolás Mendoza dice:

    Doctor Zalabata es un deleite leerlo

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