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Arturo José Hernández Bravo.

Arturo José Hernández Bravo asegura que Aristófanes Bello Blanco, condenado a 35 años de cárcel, es inocente.

El increíble relato de un hombre que insiste en que por su culpa un inocente está en la cárcel, por un asesinato que él cometió

Arturo José Hernández asegura que está a la espera de ser llamado por la Corte Suprema de Justicia, tribunal al que le contará qué fue lo que en verdad pasó hace 10 años en una casa de Valledupar en donde un adulto fue asfixiado por robarle una plata en complicidad con un empleado de la víctima.

 

 

JUSTICIA
Domingo 29 de julio del 2018

 

“En las noches casi no duermo. Mi papá falleció hace más de un año, sueño con él. Me despierto llorando”, es el relato de un hombre que asegura que su vida no es la misma por culpa de una injusticia, una pesadilla que le atormenta.

Esta revelación ocurre a pocos días de conocerse la decisión por parte de un magistrado de la Corte Suprema de Justicia, de la revisión del proceso de un hombre que al parecer fue condenado inocentemente a 35 años de cárcel, por un crimen del que insiste que no cometió. EL HOME NOTICIAS localizó a la persona que durante ocho años viene recorriendo oficinas contando su historia de cómo fue que pasó el asesinato de Luis Eduardo Gutiérrez Acosta, un prestamista en la capital del Cesar.

Por este hecho hoy está tras las rejas el ganadero Aristófanes Bello Blanco, quien está recluido en la cárcel La Tramacúa de Valledupar pagando su condena de la que ya cumplió los 9 años.

El confeso, Hernández Bravo, asegura que su mala situación económica y de salud, su separación con su familia por querer reparar lo que hizo, es una reprensión de lo alto por haber callado en su momento la verdad, cuando se enteró que habían condenado a un inocente por su culpa.

“Que son cosas de Dios que me está escarmentando. El enemigo (El diablo) me puede estar probando para que caiga en lo mismo –en actividades ilícitas– pero lo que pasó con ese señor fue muy muy grave (…) A mí no me avergüenza que me muestren, que me digan, porque cuando uno confiesa debe decir toda la verdad”, manifestó Hernández.

Asegura, sin dejar de ocultar su aflicción, que sufre de ver como se han deteriorado las dos familias, la suya y la de una persona que está afrontando un pecado sin tener nada que ver con ese crimen.

“Me duele que una persona que tenía sus negocios se haya quedado en nada, que una persona que tenía su hogar lo haya perdido todo (…) Eso me ha afectado tanto, que también estoy viviendo lo que vive la familia de ese señor. Yo sé que con el favor de Jesucristo que todo tiene que solucionarse”, expresó Hernández Bravo.

Este desmovilizado insiste, al rebobinar su historia, en que al parecer ha habido un interés de personas en Valledupar en que no se sepa lo sucedido y que él “no cuente la verdad del homicidio” que estremeció a los habitantes en la Costa, hace 10 años.

Hernández Bravo aseguró que hace tres años estuvo en la Fiscalía de Valledupar y allí una funcionaria, al parecer una fiscal, le dijo –de manera sospechosa– que “cuál era su afán que tenía con eso”, cuando le confesó que estaba dispuesto a aclarar los hechos por los que una persona inocente había sido condenada. Asegura que la empleada de la Fiscalía le insistió en que se quedara callado que “esperara que continuara la investigación”.

Estos señalamientos han llevado a que se encause otra investigación por posible omisión de esta funcionaria por negarse a escuchar al desmovilizado, el confeso autor material de la muerte del ganadero Gutiérrez Acosta, cuyo cuerpo sin vida fue hallado en 23 de mayo del 2008.

En dialogo con EL HOME NOTICIAS, Hernández Bravo volvió a decir que la muerte del prestamista fue un accidente, porque él y su cómplice, Víctor Ovalle –otro desmovilizado– se metieron a la casa de la víctima a robarle 400 millones de pesos que supuestamente “tenía en su caja fuerte”.

En un pormenorizado relato hizo hincapié en que llegaron a la casa del prestamista por instrucciones de un tal Nicolás, empleado de Gutiérrez, la persona que los buscó para que robaran el dinero que al parecer hacía pocos días había recibido su jefe.

Debido al abandono de la justicia en este caso, ante la negativa de conocerse los inéditos detalles, Nicolás –quien trabajó como conductor de la víctima–, nunca ha sido llamado a responder por los hechos que señala Hernández Bravo.

“Cuando el señor se paró a buscar un vaso de agua fue que él (Víctor Ovalle) lo encañonó y lo hizo entrar a la casa para abrir la caja fuerte. Cuando el señor (Gutiérrez Acosta) trató de coger una mochila que tenía yo lo agarré. El señor quiso gritar, entonces le tapé la boca con una sábana y se desmayó”, recordó el desmovilizado del Bloque Norte de las Autodefensas.

Agregó que cuando buscaron en la caja fuerte del prestamista lo que había eran 400.000 pesos. Es decir que nunca hubo la cantidad de dinero del que les habló Nicolás.

“Víctor buscó por toda la casa, hasta las 2 de la mañana, el señor no despertaba y lo tocamos y estaba frío. Víctor se puso nervioso y me dijo vámonos de aquí. Miramos fuera de la casa y no había nadie y aprovechamos para salir. Ya más adelante llamó a Nicolás a decirle lo que había pasado y que no habían los 400 millones que él había dicho”. Agregó que al día siguiente cuando llamaron a Nicolás este tenía su teléfono apagado.

Esta versión contradice lo dicho por el testigo clave de la Fiscalía, un familiar de la víctima, que aseguró que el día de la muerte del prestamista había visto en ese lugar a Bello Blanco. El entonces acusado llevó testigos ante la juez del caso los que aseguraban que esta persona no estaba en Valledupar ese día, que se encontraba en una feria ganadera muy lejos de allí. Sin embargo, fue considerada la declaración del testigo de la familia de Gutiérrez Acosta para que se impusiera la condena a 35 años de prisión.

Recordó Hernández que a los seis meses de ocurrido el homicidio se volvió a encontrar con Víctor Ovalle en la Cárcel Judicial de Valledupar, fue cuando este le contó que Nicolás había escapado hacia Venezuela. “Parece que el apellido de él es González”, precisa el confeso homicida.

Hernández contó que estando en la cárcel, en donde estuvo por un caso relacionado con el paramilitarismo, se enteró que las autoridades habían condenado a un hombre por el crimen que él y Ovalle habían cometido y que en ese momento no se atrevió a hablar de lo que él sabía por temor a las represalias del paramilitar que le acompañó el día del frustrado asalto a la casa del prestamista.

“Yo me enteré por los periódicos que había otra persona en la cárcel, porque allá me llegaban los periódicos y miraba las noticias (…) Y la gente comentaba, ‘ese man, quién iba a pensar que fuera así’ y yo decía que él (Aristófanes Bello) no había hecho nada, pero no les decía el por qué”.

En su relato Hernández Bravo contó que a Víctor Ovalle, su cómplice en el crimen, lo asesinaron a los pocos días de haber salido de la cárcel y esto le dio duro, hasta el punto de llevarlo a cambiar como persona, a buscar un amparo Divino.

“Empecé a asistir a las oraciones y a pedir fuerza a Dios para que me sacara de eso, porque eso me traumó. Cuando estuve en Montería hablé con un pastor y le comenté eso, me ayudó por medio de jurídica. No sé cómo, pero allá me llegó un abogado que habló conmigo. Le hice una carta y la mandé con él a la Fiscalía, pero nunca pasó nada”.

Fue a partir del 2012 cuando Hernández Bravo, ante la falta de respuesta de sus escritos, que empezó su viacrucis por varios estamentos judiciales. Estuvo entonces en una notaría ubicada en el Centro Comercial Tequendama, zona céntrica de Bogotá, en donde escribió y autenticó un documento con su confesión, reconociendo su responsabilidad en la muerte de Gutiérrez Acosta.

Ante la suspicacia generada por algunas personas de que posiblemente haya un interés de fondo en su valiente confesión, Hernández contó a EL HOME NOTICIAS la realidad de su actual situación, que está viviendo de lo poco que se gana en un taller de carpintería (para pasajes y comida) y buena parte de la caridad de sus vecinos y amigos.

“No siento miedo. Pero sí sé que hay enemigos gratuitos, como un señor en Valledupar, que no conozco, me dicen que Robinson Araujo que dice que estoy recibiendo plata, si él tiene pruebas de eso que las muestre. Eso sí que me da desconfianza”, manifestó Hernández, quien contó que vive en una humilde vivienda en Bogotá, pagando 200.000 pesos mensuales de arriendo, de los que no ha podido pagar hace 4 meses, porque solo consigue para comer.

“Me tocó quedarme cuatro meses buscando trabajo, viviendo de lo que me daban los amigos y la familia de mi esposa”, concluyó Hernández Bravo, reafirmando su precaria situación.

 

Redacción Justicia
saladeredacción@elhomenoticias.com

 

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Editor general El Home Noticias.

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