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EL AMIGO SECRETO, columna de opinión del escritor Rodrigo Zalabata.

El amigo secreto

 

Plantearse la reelección indefinida como un derecho humano es arrogarse el derecho humano a ser endiosado; lo cual se contrapone a su misma proposición, si en su origen o al final un dios no necesita que le den su derecho y mucho menos ser humano.

 

 

OPINIÓN

Sábado, 9 de noviembre del 2019

 

 

Rodrigo Zalabata Vega.

Va tanto para los aspirantes de derecha, que invocan a Dios a su imagen y semejanza, como para los de izquierda, señalada de atea, que se hacen del barro del pueblo y con un soplo de populismo se crean salvadores.

Ahora bien, que un gobierno en su primer año ya consulte a la CIDH si puede considerarse la reelección indefinida un derecho humano, plantea el interrogante, dentro de su misma pregunta, si está obedeciendo el mandato popular que se le entregó por cuatro años o si está pensando en perpetuar su propio mandato sobre el pueblo, que en teoría política es la tentación de la dictadura.

Esa pregunta prematura no la haría un gobierno Maduro, si ya es una dictadura, más bien denota un gobierno inmaduro que llegó a gobernar para aprender a gobernar, ya que sus mejores manifestaciones de lo que debe hacerse las ha dispuesto para Venezuela, y sus peores propuestas de gobierno, de las cuales no ha hecho nada, afortunadamente, las ha dedicado a Colombia.

Podemos imaginar el asombro de la CIDH, el organismo creado en la OEA para la promoción y protección de los derechos humanos en el continente americano, al recibir semejante pregunta venida del gobierno de un país entre los que más violan esos derechos universales.

En este caso lo que resulta obvio es la respuesta, y lo que genera inquietud es el interés oculto en hacer una pregunta que se sabe de antemano va a responderse negativa.

El desconcierto es mayor en la opinión pública en Colombia, si ven que su gobierno en vez de dirigirse justo a dicho organismo a preguntar cómo se preserva la vida, el más humano de todo derecho, en su país a cargo en que parece no existir, si sus líderes sociales son asesinados a diario, más bien lo haga para saber si puede reservarse el derecho humano a no morir políticamente.

A simple vista resulta inexplicable que se haga esa pregunta por un gobierno que marca el récord histórico de mayor nivel de desaprobación en apenas su primer año, con un 63%, lo que lo acerca más a una revocatoria que a una reelección.

Ya se torna irracional que se pretenda indefinida, si desde el primer día se quiere que se vaya, como aquella visita que se alojó en la casa por recomendación de un amigo.

Entonces si esa pregunta no tiene el derecho humano a recibir una respuesta positiva, quiere decir que no se hizo por un mandato sino por un mandado, para que de manera indirecta se le responda a quien se quiere, el único que podría recibir como positiva la respuesta negativa.

La cuestión es la siguiente, al recibir formalmente la respuesta de que la reelección indefinida no es un derecho humano, el gobierno puede interpretar lo negativo como positivo, así: «pero no dijeron que sea prohibido», luego podría hacerse de la manera más humana, a través de la voluntad popular, «vox populi, vox Dei»; en primer lugar hecha ley a través de un congreso que la representa.

De hecho es un derecho que los países vecinos lo tienen, ¿por qué no puede tenerse el mismo derecho que se reconocen los otros?

Desentrañada la clave de una pregunta inútil, hecha por un gobierno que sabe que es inútil, al que llegó por voluntad personal más que popular, es presumible que esté devolviendo ese favor, si sabe que tiene los defectos de los efectos positivos de su pregunta; entonces, ¿quién sería aquel que podría hacerse reelegir indefinidamente? Alguien así llamado «el presidente eterno».

Ahora sí surge la verdadera pregunta a la pregunta del gobierno, ¿quién es ese amigo secreto al que se oculta cuando se pregunta por los derechos humanos?

 

Leer nota relacionada:  Libertad de presa, otra columna de opinión del mismo escritor.

 

Columnista invitado por EL HOME NOTICIAS

Rodrigo Zalabata Vega

E–mail:  rodrigozalabata@gmail.com

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