EL AMIGO SECRETO, columna de opinión del escritor Rodrigo Zalabata.
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Suicidios en la Policía.

Los familiares de El patrullero José Marcial Lizarazo Bohórquez y la patrullera Kelly Rocha Rago siguen clamando justicia. Aseguran que no se trató de un suicidio.

 

¡Señor Petro usted está mal informado, no todos ellos se suicidaron en la Policía!

 

 

Discrepo del congresista Gustavo Petro, quién revelo unas cifras preocupantes durante un debate de control político que se efectuó en la Comisión Primera del Senado con las que aseguró que entre los años 2000 y 2016 se suicidaron 1.155 uniformados.

 

OPINIÓN

Sábado, 9 de noviembre del 2019

 

Por: Mónica Muñoz Velasco

Abogada Especializada en

Derecho Administrativo-Derechos humanos

Conciliadora-Master en Estudios y Prevención en violencia de género

 

Ante estas  aseveraciones creo que es irresponsable salir a circunscribir todas estas muertes como suicidios, siendo que son varias las que están por establecer, por lo tanto, presumo que la información de la que se basaron el exalcalde y el entonces ministro Guillermo Botero  no muestran la realidad de lo que podría estar pasando en la salud mental de los policías.

Lamentablemente, y contrario a este informe, traigo a colación tres casos de supuestos suicidios, que están encuadrados dentro de estas estadísticas, de los que existe un informe pericial y de Medicina Legal que los califica de “homicidio”.

Que se trató de un suicidio  no es lo que piensan los familiares. Ellos se encuentran  preocupados, y no es para menos, científicamente existen dudas. Pero cómo se podrá conocer la verdad de lo ocurrido si la propia Fiscalía ha desestimado las pruebas logradas.

 

 

“Es muy triste que los padres enterremos a nuestros hijos sin que sepamos la verdad”, manifiesta el señor  Linder Alirio Lizarazo Patiño quién se despidió de su hijo el 25 de octubre del 2015, sin imaginar que esa sería la última vez que lo vería con vida. Su retoño que decidió seguir sus pasos como policía.

 

El patrullero José Marcial Lizarazo Bohórquez murió el 28 de octubre. Su padre asegura que durante esos tres días, extrañamente, su hijo estuvo incomunicado. Siendo, que ambos compartían muchas situaciones haciendo  que la comunicación fuese frecuente.

Ese día a las 6:40 de la mañana en la Estación de Policía de Itagüí se reportó un muerto, todo era confuso, es lo que se lee en el expediente. Se relata que un compañero lo encontró en su habitación con una pistola, lo que hizo suponer de inmediato  que Marcial Lizarazo se habría suicidado.

 

En este caso, emergieron las dudas con el peritaje que hizo  el médico forense Rubén Darío Angulo González, quien anotó: “No hay explicación  para que el proyectil este encima de la cobija, la posición decúbito abdominal incompleta, no es posición de suicidio (ver fotos de inspección a cadáver)”

Además, manifiesta Angulo González que “el hoy occiso no presentaba ningún riesgo de suicidio, no había ninguna motivación para quitarse la vida

Esto lo corrobora don Linder Alirio Lizarazo cuando dice que  su hijo era tranquilo, honesto, feliz, tenía una familia hermosa, rodeado de mucho cariño y formado en un hogar de principios.

Lamentablemente ya han pasado cuatro años y la investigación no ha tenido ningún resultado, la Policía no ha hecho nada para impulsar el proceso penal, ni que hablar del disciplinario, del que fue absuelto el oficial que presuntamente adulteró el libro de control de armamento. Siendo, que este grave elemento está consignado  en el folio 421, que tiene tachaduras en el renglón 23, según un informe de novedad.

Es tan triste que el fallo fue proferido desde la Policía por un falso abogado, que ya está retirado de la institución y que en ese momento tendría las facultades para fallar que no se trató de un suicidio, están las pruebas legales de que fue un homicidio cometido en las propias instalaciones oficiales. Después de cuatro años ya tendría que haber algún resultado, de alguien que responda.

  • Los familiares del patrullero Lizarazo: sus padres, sus hermanas, su esposa y sus dos hijos, claman justicia, pero esta no se ve llegar.

El otro drama es el que afronta la señora María Ascensión Castiblanco Vega, llora la muerte de su hijo, el subintendente Jhon Armando García Castiblanco, que ocurrió el 8 de agosto de 2016, a las 7.00 de la mañana en las instalaciones del edificio ‘Amalfi’, ubicado en el sector de Unilago, al norte de Bogotá.

García Castiblanco era oriundo de Boyacá y había ingresado a la Policía en el 2001. Manifiesta su madre que su hijo amaba la Policía a pesar de tener serias  diferencias con algún compañero de trabajo, pues. Se había graduado como abogado y trabajaba en una oficina jurídica adelantando procesos contra de otros miembros de la misma institución en esta unidad.

Su progenitora cuenta que a eso de las  7:40 de la mañana, de aquel fatídico día, recibió una llamada telefónica de la trabajadora social de Sanidad de la Policía quien lamentaba informarle que su hijo se había suicidado. “Todo para mí era confuso, me parecía mentiras. Sin embargo, alcancé a ver  a mi hijo con vida, pero a los pocos  minutos falleció en la clínica del Country”, contó ella.

Refirió que su  sentido de madre le decía que su hijo no se había suicidado, no tenía motivos para hacerlo, estaba feliz con la mujer que compartió sus últimos días, una mujer valiosa, trabajadora, como él decía, “echada pa delante” como buena paisa.

La necropsia que realizó Medicina Legal y el peritaje realizado por el doctor Rubén Darío Angulo González coinciden en que la muerte del subintendente Jhon Armando García Castiblanco fue por asfixia mecánica, “muerte violenta, un homicidio.

Al igual que los casos anteriores no ha pasado nada con la investigación a cargo del Fiscal 364 de Delitos contra la vida.

Por último quiero dejar el caso de la patrullera Kelly Rocha Rago, de 23 años, que ocurrió en Majagual, Sucre,  el 19 de septiembre de 2014. Se dice que los hechos se dieron dentro de la Estación de Policía, en el que el ente investigador emite tres hipótesis entre, esas la de un suicidio por posible acoso sexual y laboral –como en todos los casos desviando la investigación–.

Maribel Rago, su progenitora se rehúsa a creer que su hija se haya quitado la vida. Dice que su hija amaba su profesión, a pesar de tener  problemas con su jefe quién la había trasladado  del servicio de la vigilancia al área administrativa, cosa que no le gustaba.  No se sabe nada, a pesar de que el reconocido perito Máximo Alberto Duque Piedrahita, según los  resultados de la necropsia Medicina Legal, determinó que se trató de homicidio, muerte violenta. De hecho la prueba de absorción atómica dio negativa. Su cuerpo presentaba múltiples lesiones y se probó que la bala nunca entró por la boca, como se observa en el informe que generó la institución.

Después de estos resultados no habido un pronunciamiento oficial por parte de la Policía.

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Columnista invitada por EL HOME NOTICIAS

Mónica Muñoz Velasco

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2 Comments

  1. Yolanda C. dice:

    Los colombianos por décadas hemos contemplado la impunidad en muchos delitos. Ahora bien, en casos como estos expuestos por la abogada Mónica Muñoz me pregunto: cuál es el interés en declarar públicamente suicidio en delitos dónde las pruebas contundentes muestran homicidio?

  2. SEBAS dice:

    LA MUERTE DE LIZARAZO SI FUE UN SUICIDIO, SOY TESTIGO DE ELLO, UN DIA ANTES DE SU MUERTE EL COMPAÑERO ME MANIFESTO ESTAR MUY TRISTE Y PREOCUPADO POR ALGUNAS DEUDAS ECONOMICAS QUE EL TENIA, ESTOY SEGURO QUE NO SE TRATO DE UN HOMICIDIO

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