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La Policía nada que se transforma, así lo demostró el ataque violento contra uno de sus veteranos: columna de opinión de Daniel Santos Carrillo

Intendente (r) William Mendivil

Intendente (r) William Mendivil, víctima de un salvaje ataque a manos de unos patrulleros de la Policía en Soledad, Atlántico. Su estado de salud es delicado.

La Policía nada que se transforma, así lo demostró el salvaje ataque contra uno de sus veteranos en la Costa

General Jorge Luis Vargas Valencia ¡Dios y Patria! También me siento orgulloso de ser Veterano y Policía. Pero, cuando asumió como Director propuso poner en marcha la transformación de la Institución. Hoy veo con dolor patrio que de eso no hay nada.

OPINIÓN

Domingo, 5 de diciembre del 2021

Daniel Santos Carrillo.

Por: Daniel Santos Carrillo,

Abogado Constitucionalista y Administrativista, veterano de la Policía Nacional

Ya están radicadas las iniciativas legislativas para que se dé esa transformación de la Policía Nacional en diferentes ámbitos, principalmente en Derechos Humanos. Pero, para infortunio nacional esta transformación es una fábula, nada que arranca. Me resisto a creer que sea una ‘cortina de humo’.

Es que la figura de una Dirección de Derechos Humanos a cargo del coronel en retiro Luis Alfonso Novoa Díaz, demanda intervenciones que contribuyan a despertar el respeto a la dignidad humana y al cumplimiento riguroso de la Ley y la Constitución.

Este no es ni debe ser un cargo decorativo, de manera alguna. Es una responsabilidad que debe trascender en beneficio de la ciudadanía y desde luego, de la amada Policía Nacional.

Tenemos un ejemplo reciente para sustentar lo que estamos afirmando, que para nada se vislumbran los cambios,  es esta la salvaje paliza a punta de tonfa policial, de cachazos y patadas la que unos patrulleros le propinaron a un Intendente en ‘uso de buen retiro’.

Las víctimas fueron el expolicía William Mendivil y su hijo, quien también resultó lesionado.  Todo este salvajismo desmedido ocurrió en el municipio de Soledad (Atlántico). Ambos ciudadanos terminaron hospitalizados.

Esto va más allá de unas lesiones físicas, la agresividad de los servidores tuvo  la connotación de una conducta criminal, de un homicidio en grado de tentativa.

Esto lo tiene que decidir un Juez Penal Militar, quien tendrá la responsabilidad de imputar los cargos a los autores materiales de estos hechos, por la clara intención de intentar quitar la vida a estas dos personas.

Este episodio protagonizado por presuntos seres irracionales, portando un digno uniforme, ocurre preciso cuando aún sigue fresca en la memoria de los colombianos la tortura y muerte del ciudadano Javier Ordóñez, en Bogotá.

Aquellos sucesos, que fueron los que provocaron el estallido social que derivó en destrucción de infraestructuras de la misma Institución, daños irreparables a vehículos del servicio masivo de transporte, con el trágico saldo de muchas personas heridas y hasta muertas.

Lo que sí se olvidó, es que fueron los Veteranos de la Policía Nacional, quienes dieron el ejemplo, con la mayor significancia colectiva de solidaridad hacia el cuerpo policial.

Eso ha debido ser el final de una triste historia. Pero no es así, porque continúa el abuso, el atropello, la arbitrariedad y la criminalidad, en manos  de algunos servidores policiales, que desconocen la razón de ser del policía. Esta vez el escenario es un lugar distante, a al menos unos 1.000 kilómetros, muy lejos del mando institucional.

Este irracional episodio, en la persona del sargento Mendivil, merece una explicación del Comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, del Comandante de Policía del Atlántico o del propio Director.

Claro que desde la oficialidad deberían explicar y decir a la ciudadanía qué decisiones van a emprender ante lo ocurrido, ya que la Institución quedó expuesta de nuevo al escrutinio público.

Desde diferentes sectores, distintos al mando institucional, se están escuchando las voces de reproche. Sobre todo, se está diciendo que no hay un proceso, una estructura orgánica, que vigile el cumplimiento de las órdenes ante un mejor comportamiento del policía, de una permanente atención, de los altos mandos a sus dirigidos, que se perdió la directriz, en responsabilidad de Generales y Coroneles que están próximos a ser ascendidos.

Al General Jorge Luis Vargas Valencia, muchos colombianos le exigen para nuestros policías una ruta normativa para que no sigan exponiendo su integridad, como lo acontecido con los jóvenes patrulleros Sandra Marcela Pérez y Lebiston Manuel Ortiz, quienes atendiendo un caso de transgresión a las normas de convivencia ciudadana en San Andrés Islas, fueron asesinados.

También, que paren los atropellos, como el que por poco acaba con la vida de otro colombiano, el del Intendente Mendivil.

Todo esto nos lleva, a concluir que la transformación de la Policía Nacional es una obligación inmediata, que no da espera. Pero no es un cambio superficial o cosmético, con otros uniformes o el cambio de color del parque automotor.

Tampoco, con el protagonismo mediático de un ‘showman’, aumentando las salidas en medios de comunicación a decir siempre lo mismo, esa no es la conducta como se dará ese cambio. Mucho menos escondiéndose cuando se le necesita, cuando se reclama una explicación en hechos tan reprochables como el ataque brutal a alguien que le sirvió a la Patria, a un ciudadano con derechos y deberes. Cuando no se da la cara ante este tipo de adversidades no se está resguardando la imagen de la Institución sino la del Director de turno.

Pero es que estos no son los únicos casos de violación de Derechos Humanos en la Policía, también los hay de puertas hacia adentro, tenemos que mencionar aquel de la joven madre y Patrullera adscrita al Departamento de Policía Atlántico, quien denunció el abuso al que la sometió un Teniente Coronel –un comandante–  quien al parecer la obligó a ser testigo del exhibicionismo, de acoso sexual, de alguien que al parecer no tienen temor alguno a las consecuencias penales y disciplinarias de tan deshonrosos actos.

Insistimos en que la transformación se debe materializar, claro que sí, pero cumpliendo las sentencias judiciales y las decisiones administrativas, no dando intolerantes luchas jurídicas como aquellas que desconocen los derechos fundamentales de la patrullera  Andrea Cortés Guarín, la primera policía transgénero.

En este escrito haré un paréntesis para enviar, por último, un mensaje al señor general Vargas Valencia: sé que usted cuando esté en el regazo del retiro no va a celebrar la falta decisiones a tiempo, lo que no hizo o dejó de hacer. De no haber tomado acciones que consoliden a una de las instituciones más queridas por los colombianos.

Con las arbitrariedades, atropellos, abusos e intolerancia, les estamos dando la razón a los detractores, a los que quieren llevar a la Policía al Ministerio de Justicia, a una clara desaparición del régimen especial de asignación de retiro y de pensiones.

Lo que acaba de pasar con el Intendente Mendivil y su hijo, que debería darnos vergüenza, no tiene por qué ser justificado, mucho menos silenciado, escondido ni tapado, porque es un pésimo ejemplo de que en la Policía se siguen pisoteando los Derechos Humanos. 

Columnista invitado por el HOME NOTICIAS

Daniel Santos Carrillo

Abogado constitucionalista y administrativista

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