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¿ACCIÓN U OMISIÓN? Columna de opinión del abogado y escritor colombiano Rodrigo Zalabata Vega

CORONAVIRUS EN COLOMBIA

El más reciente reporte del Ministerio de Salud de contagiados y víctimas mortales por el coronavirus en Colombia de que hay 444 casos nuevos de contagios y 17 personas muertas. El total es de 10.495 casos de COVID-19 y 445 muertes.

¿Acción u omisión?

 

Por lo contrario, resulta equivocada la acusación pública que hizo el senador Gustavo Petro al presidente Iván Duque, en la que lo señalaba por anticipado de responsable por omisión de las consecuencias fatales que ocasionara el arribo del COVID–19 al país, frente a la primera decisión de gobierno de no cerrar el cielo de Colombia a la llegada de vuelos venidos del extranjero, Europa y Asia en primer lugar, de donde las muertes que cobraba no dejaban margen a la suposición ni a la especulación para adoptar una política de riesgo.

OPINIÓN

Sábado, 9 de mayo del 2020

Rodrigo Zalabata Vega.

No, senador Petro, el presidente Duque no tendría que ser responsable por omisión de nada, si tomó sus propias decisiones, lo sería en estricto rigor por acción. El verbo en que desarrolla su actuar es “Permitir”, como podía constatar y testimoniar en los muertos que se multiplicaban en tiempo real a los decretos que declaraba, ante una pandemia alertada que, amenazante para la especie humana, cerraba las fronteras por todo el mundo.

Permitir es hacer posible que algo suceda, que en ese momento ya estaba sucediendo, por un asesino invisible que deja sus víctimas con toda evidencia. Quien abre la puerta, o la deja abierta, para que se dé el robo de un banco no es responsable por omisión sino por acción, descorre el telón a la escena general en la que ocurre la obra criminal. Después podrá determinarse sobre su actuación cuánto interés económico lo comprometía. O si por el contrario abría la puerta para que el banco robara a la gente obligada a entrar.

En general, relacionados los casos en particular, la poca acción (no confundir con omisión) de este gobierno precario de gobierno resulta de combinar aspectos que en sí son irreconciliables, pero que trata de hacer soportables; la vida sobreviviendo en medio de la muerte, la economía contranatura sembrada en la naturaleza, la salud atendida en un negocio, el enfermo tratado como mercancía; en suma, el Estado en un mercado abierto vendiendo al menudo como fruslería a quien pueda comprar su derecho natural a vivir.

La primera reacción de un gobierno es como el disparo que no se piensa, certero, porque define su orden de prioridades. Si la muerte toca la puerta de su país y decide primero aferrarse a sus bienes, lo toma dormido. Porque toda la política a través de la historia, aun en medio de la guerra, se sustenta en hacer reinar la vida sobre la muerte que al final siempre ha de llegar.

Así sucedió a Ramsés II, faraón de Egipto, quien, solo ante la muerte de su hijo y para evitar la misma suerte a todo su reino, tarde accedió a la libertad de sus esclavos, su principal y necesaria riqueza, al enfrentar las pestes desatadas por el dios del pueblo hebreo de la mano de su líder Moisés, quien reclamaba con ello su liberación, en el relato que nos trae el Éxodo de la Biblia.

Y esa actuación prima facie muestra la cara apenas despierta de este gobierno, porque determina que no es episódica ni circunstancial sino estructural, corresponde a un sistema que ya está montado y por el cual lo hicieron elegir, si lo pusieron allí para obedecer y no para gobernar.

Es por ello que esa primera acción de dejar la puerta abierta iba encaminada a no cerrar la cadena empresarial privada que gobierna y abre al público en nuestras instituciones, porque antes de arribar el virus con corona ya Colombia tiene un régimen político y económico que ha normalizado las muertes infaustas y cuenta muchas más víctimas que las que esta pandemia pueda causar.

Lo que pudo ser evitable se quiso hacer sobrellevable, he ahí la actuación del gobierno. Pero si tratamos de encontrar el factor diferencial entre acción u omisión podríamos esgrimir una razón filosófica: el poder es una acción en sí mismo, autosuficiente, un sistema de un todo, no hay actos omisivos en su ejercicio; así no haga nada, por muy tonto que se crea, algo se quiere que suceda. Y no está centrado ni concentrado en el operario ejecutivo.

Pero si queremos una evidencia práctica que nos precise esa diferencia, para demostrar en todo caso el resultado de la acción activa o pasiva del gobierno, podemos desvelar una igual en medio del silencio cómplice ordenado por decreto.

Obedece a THE MATRIX de su sistema político, mucho más mortal que el tímido COVID–19. También le dejaron la puerta abierta y permitir que entrara en defensa de nuestro sistema económico. Se trata del ingreso de tropas del ejército de los Estados Unidos al territorio nacional, para tomárselo como teatro de operaciones de una eventual invasión al hermano país de Venezuela, a manos de un lunático que quiere hacer valer el poderío con que no puede avasallar al virus invisible, a fin de recuperar las pérdidas de su economía con las riquezas ajenas, y hacerse reelegir con esa morbilidad para imponerse como el virus sus coronas.

Amén de siete bases militares instaladas plácidamente en el territorio nacional como estados extraterrestres, en los que cualquier violación no la conoce la ley de Colombia, si el gobierno de turno no tiene ni el derecho servil de abrirles la puerta.

El gobierno en Colombia opera sometido a un sistema de poder engranado a fuerzas superiores a la impuesta democracia que lo arma como Lego, por lo que contando un Congreso elegido por el pueblo no se permite hacer su control político, como ordena la Constitución Política que nos define una nación soberana.

A ello obedece la razón por la que cerró tarde la puerta de entrada al virus, y ahora la abre prematura para hacernos convivir con el virus que ya hizo residencia, antes que le prestaran los trabajadores de la construcción, con una puerta giratoria en la que se sabe quién entra pero no quién sale de sus dominios.

Y la verdad que omite el gobierno en el esfuerzo de sus acciones por aliviar la enferma sociedad, es tratar de sostener vivo el sistema económico, en medio de las muertes aleatorias que haya que soportar; que consiste en el fondo, al igual que el narcotráfico, en mantener a la gente adicta al consumo y poder venderles una sensación de felicidad, antes que salgan del sueño profundo y se hagan conscientes de sus verdaderas necesidades.

Columnista invitado por EL HOME NOTICIAS

Rodrigo Zalabata Vega

E–mail:  rodrigozalabata@gmail.com

 

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Editor general El Home Noticias.

1 Comment

  1. Aquileo j. Infante dice:

    Excelente escrito dr. Zalabata. Me hizo entender que la conducta de éste gobierno infame, al propiciar la entrada del coronavirus al país, a pesar de las altisonantes advertencias y peticiones de la alcalde Claudia López, por la puerta grande y directa de El Dorado, no fue una conducta simplemente omisiva, sino evidentemente afectada por activa.

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